A veces, para poder emprender el vuelo, hace falta un poquito de ayuda.

E. vivia en España desde hace ya muchos años, pero sintiendo que el final de su vida estaba cerca, quería regresar a su país y reencontrarse con sus hijos.

Sus amigas se pusieron en marcha y la ayudaron con todos los trámites necesarios y siempre estuvo cuidada y atendida por ellos y el equipo de cuidados paliativos del hospital donde estaba ingresada.

Llegaba el día del viaje y la salud de E. ya estaba muy deteriorada, hasta el punto de necesitar la ayuda indispensable de una silla de ruedas para poder salir del hospital e ir al aeropuerto y la Fundación 38 grados pudo proporcionarle la silla y darle así el último empujoncito para poder volar hacia ese reencuentro.