Cuando pensamos en los grados que hemos llevado a cabo, nos sorprendemos muchas veces de lo sencillos que pueden llegar a ser, de lo diferentes que resultan dependiendo de la edad, de las condiciones de cada uno, de su situación personal. Y aquí tenemos uno especial, un piercing. J.H. es una adolescente como tantas y su ilusión es, a pesar de vivir en un hospital, hacer que su vida sea todo lo normal que pueda ser, y claro, tiene deseos como cualquier adolescente. No tiene miedo al dolor y su cuerpo está tatuado con frases muy significativas para ella. Su mirada es muy sabia, a pesar de su corta edad. J. sabe lo que quiere. Tiene una serenidad que te deja abrumado cuando la conoces. Ella ya sabe qué es importante y qué no lo es.

Además de la solicitud del grado tenemos que encontrar a alguien que lo lleve a cabo. Y lo encontramos, descubrimos a O.H., un chico que se enamora de nuestro proyecto y que está dispuesto a hacer lo que haga falta para ayudar a J.H., lo que sea para que ella se haga su piercing y lo que haga falta. El encuentro fue especial, no podía ser de otra forma, hablaron el mismo idioma y les dejamos a solas para que lo hicieran lo más tranquilamente posible. J.H. está por supuesto metida en las redes y lo envió al minuto a todos sus contactos. Los dos quedaron satisfechos con su labor y nosotras también después de ver la cara de felicidad con la que disfrutaron de ese momento.