A.F. ya se ha despedido de toda la familia, pero siente que le falta alguien importante: su padre A.Z Hace ya seis años que no lo ve. Su padre vive en un pequeño pueblo de Armenia, muy lejos de aquí y nunca ha salido de su pueblo.

La trabajadora social del equipo de paliativos que la atiende acudió a la Fundación 38 grados y entre todos, después de muchas vicisitudes, pudimos conseguir que A.Z. viniera.

Ella estaba esperándole cada día y cada noche y teníamos el temor de que los papeleos no les dieran la oportunidad de despedirse. Ella empeoraba, mejoraba, volvía e empeorar pero afortunadamente el encuentro se produjo. Pudieron verse. Pasaron toda la noche juntos en una despedida inolvidable, corta y eterna a la vez. A.F. pudo por fin, a la mañana descansar en paz.