Los días 27 y 28 de octubre pasado se ha celebrado en Mérida la XXII Edición de “La Escuela de Otoño”, organizada por la Plataforma del Voluntariado de España.

Unas jornadas muy educativas y estimulantes para concienciarnos y animarnos a colaborar porque muchas personas necesitan ese “granito de arena” que podemos aportar.

Una forma importante y necesaria de ayudar es: consiguiendo apoyos económicos.

Pero hay otra forma más valiosa aún: dedicando parte de nuestro tiempo. Cada uno en la medida de sus posibilidades.

La Fundación 38 grados ayuda a fortalecer el ánimo de los que se van y les ayuda a sentirse comprendidos e importantes hasta el final de sus días. Procura que el final de la vida sea pleno, habiendo cumplido un anhelo, un deseo, no dejando nada pendiente. En Paz.

Gracias a mi voluntariado, la Fundación 38 grados me ha dado la oportunidad de meditar sobre todo esto y empezar a ver el adiós a la vida como algo tan natural como el nacer o el crecer.

Es un aprendizaje personal porque el final siempre llega y, aunque nunca nos va a pillar suficiente preparados, sí nos podemos detener más a considerar que lo que importa es la vida misma.

Ser VOLUNTARIO es un privilegio, una lección magistral de vida.

Merece la pena.