Hay personas que no pasan desapercibidas en nuestra trayectoria. Así es N, una mujer de cuerpo pequeño pero de gran corazón. Tiene una serenidad y una alegría que nadie diría que está viviendo un proceso grave de su enfermedad.

N se enteró de que tenía esta enfermedad pero no se dejó asustar, nos dice que es su compañera y que van juntas de la mano. Ella quería dejar un mensaje a sus hijos, nietos y bisnietos. Quería transmitirles la serenidad que estaba viviendo en estos momentos, quería compartir con ellos su estado de paz y contarles un cuento precioso de cuáles eran sus planes.

N compartió ese deseo con su médico que la escuchaba atentamente y antes de lo que esperaba estaba el equipo de la Fundación 38 grados cumpliendo ese sueño realidad. Nos habló de lo agradecida que estaba a su enfermedad, una muerte repentina no le habría permitido cumplir su sueño.

Nos dijo que se iba con la mochila llena de sueños cumplidos, que estaba inmensamente agradecida a todas las personas que le estaban facilitando vivir este proceso.

Ha sido un placer conocerla, aprender de ella y pasar una tarde como hicimos disfrutando de unas reflexiones llenas de serenidad, una maestra de la vida.